Fumo humo y exhalo mariposas

martes, 25 de enero de 2011

Cuarta vértebra, ojos abiertos

Es alguna hora de la madrugada. Estoy siguiendo a mi nuevo mensaje, uno joven, rubio y bastante guapo.
Mucha gente que me contrata me cuenta su historia. Esta vez no hay historia, tampoco la pregunto, nunca la pregunto. ¿Por qué asesinar a alguien? Violó a mi hija, mató a mi mujer, me arruinó... Realmente no quieren que yo la sepa, quieren sentirse mejor, quieren darse una excusa para estar hablando y pagando a un asesino.

Mi regla número uno es: "No empatices con nadie"

Puede que sea porque me enamoré de mi primera víctima, o quizá porque le degollé mientras follábamos.
He aprendido a ser un autómata, pero, siendo claros, entre estos edificios si eres un asesino autómata no te persiguen por asesino sino porque la sangre de la gente que asesinas está caliente. Matar es un arte.
El arte está prohibido.
Soy un rebelde.
Soy el hippie asesino de mi época.
Soy un asesino, no soy un héroe.

Toulouse es mi ciudad, hace algunos años y tras el cambio de gobierno el efecto doble del Sol, iluminar y dar calor se redujo a uno. Aqui no puedes sentir nada que no sea frío. Hay quien opina que el gobierno instauró en cada rincón alguna especie de "congelador" que congela las emociones, yo creo que la gente siente frío porque le han dicho que tienen frío.
No pienses en el color rojo.
Pienso en el color rojo.
En mi cabeza comienza a sonar Ray Charles.

Da igual, yo también siento frío, por mucho que me engañe. Pero soy un buen artista, soy un rebelde, soy un hippie. Por lo menos tengo una excusa para que me persigan. No soy como los "antisistema" de ahora que corren delante de un furgón policial fingiendo que les persiguen a ellos. No es por presumir pero probablemente ese furgón se diriga a una de mis obras. No saben porqué corren pero están corriendo: Hoy, ahora, mañana y siempre se llaman: KOSTRAS.

Mi paquete se dirige a una conferencia sobre el cáncer en la Casa Grande; ¿Una conferencia a las 3:00?
Bueno, hay gente para todo. Al principio también me sorprendió, creo que es porque por la noche es más fácil controlar la gente que entra a un lugar; entraré de todas formas. Lo cierto esque mi paquete ya había podido morir unas cuántas veces en ese paseo hasta la Casa Grande pero la cuestión esque sigue vivo. Ya estamos allí, una persona mayor con barba está hablando acerca de la destrucción de células cancerígenas mediante una bajada brusca de temperatura en esa zona.

Lo que nos faltaba.
Más frío.
No pienses en clavarle un Benchmade al hombre de la barba.
Lo pienso.

La verdad esque apesar de haberme colado por una ventana, bajar sin más a la sala de al conferencia, quizá creará confusión. Sobretodo porque mi abrigo de cuero destacaría entre tanta bata. Es cierto que me encanta provocar pero estoy trabajando.

Últimamente mi cabeza ruge y se escuchan sus engranajes.
A veces sueño con una esquizofrenia, pero no quiero ir al médico, sea lo que sea me trataría con "bajadas drásticas de temperatura". Una vez me he agenciado una bata, o una vez he amordazado al tío que la llevaba vuelvo a la conferencia con el pelo recogido en una coleta. Nadie me mira, soy uno más.

Todo es apariencia.
Superficie.

La sala no está muy llena, desde aquí veo un par de médicos jóvenes, probablemente estarán efusivos, llenos de ilusión, serán de aquellos médicos que van a cambiar el mundo, que no se les va a morir nadie. Algunas veces he pensado en asesinar a alguno de ellos, por lo menos morirían con la ilusión de que el mundo puede modificarse, por lo menos morirían pensando que el mundo es salvable

Bueno, realmente morirían acordándose de mi madre y de algún familiar mío mas.

En la sala también hay tres médicos de medicina alternativa, lo sé por los zapatos que llevan. La medicina alternativa está más que prohibida, por supuesto. Para identificarse entre ellos en las botas o zapatos llevaban cordones de colores chillones, preferiblemente colores fosforitos.
En un futuro no muy lejano, aparecerá un titular que pondrá lo siguiente:
"Veinte médicos muertos en extrañas circunstancias"
Y debajo, en un rincón, en pequeñito, sin importancia:
"Los cordones fosforitos están de moda"
La prensa intenta intimidar y está intimidada, para variar.
Sé lo de los cordones por Raúl, un vendedor ambulante de colgantes con el que me acosté hace un mes. Era médico, pero fue pillado poniendo agujas en las orejas a uno de sus pacientes, fue procesado y condenado a internarse en uno de los campos de retención en Lyon pero consiguió huir.

No pienses en un aneurisma.
Lo pienso, lo siento, enloquece.
En mi cabeza comienza a sonar Classical Gas.
Últimamente mi cabeza hace demasiado ruido, mi cabeza trabaja demasiado, como si llevara millones de ambulancias con cadáveres de un lado a otro, mi cabeza es una sucesión eterna de cadáveres.

Y por último puedo ver varios médicos sin determinar. Mi mensaje está sentado aparte y parece interesado por la conferencia. Yo prefiero entretenerme observando a la gente, en concreto al hombre que está dando la conferencia. Éste hombre sigue justificando la bajada de temperatura como medio de salvar el cáncer suda, suda considerablemente.
Contradictorio y excelente.

Suda porque todas las conferencias están vigiladas por Tímpanos, que son como guardias que no dejan de observar y escuchar al conferenciante por si suelta algún comentario o hace algo que no debe, por eso suda.
También puede sudar porque haya sido forzado a hacer una conferencia acerca de las ventajas del frío o también porque tenga un rifle "Maunschën" del calibre 27 apuntándole a la nuca. Casi no se ve el rifle, pero tiene una pequeña mira que sobresale de entre el cortinaje de detrás del escenario.
Tiene miedo, por eso suda.

Tiene miedo, pero no os engañéis, no es una víctima, no es buena persona.
Yo no tengo miedo, pero tampoco soy buena persona.
En mi cabeza comienza a sonar Vivaldi.

Una vez se ha terminado, mi mensaje va a darle la enhorabuena a el conferenciante y vuelve a casa. Es mi ocasión, espero en una esquina de un callejón a que pase, es más fácil en un callejón.

Mi regla número dos es: "Aprende a que no te importe"

Antes de que pasará por mi callejón, se oyen gritos de una madre cuya hija acaba de desmayarse.

Soy el hippie asesino de mi época.

Mi mensaje se acerca corriendo a la niña diciendo algo que no consigo oír desde aquí. En seguida mucha gente se acerca a cotillear, asco de humanos. Me suicidaría sino fuera porque me he autoconvencido de que soy una criatura. Mi paquete le hace un masaje cardíaco a la niña y pasado un tiempo, consigue que se reanime.
Regla Nº1
No pienses en reglas
Pienso en reglas
Nº2
Mi regla número 3 es "Sé un hijo de puta"
Las tres primeras reglas brillan intermitentes con luces de neón en mi cabeza.
Mato por placer.
Mato por placer.

Una vez mi paquete es aplaudido por la multitud y besado, avalado, y abrazado por la madre se marcha camino de vuelta. Por fin cruza mi esquina, cruza su vida, morirá tras haber salvado a una niña.
No soy un héroe.
Le tapo la boca para que no grite y le arrastro callejón adentro, se revuelve como un gato, no sabe que ya está muerto. Es curioso, tengo sueño.
Aparco mi cabeza a un lado, le digo que deje de entrar en erupción, que estoy trabajando.
En mi cabeza comienza a sonar Boiled Frogs.

Soy mi propia y pesada cabeza ardiendo
-¿Qué pasa?¿Quién eres?- Se retuerce
Tengo cogido su brazo, si se mueve más de lo normal se lo partirá; o se lo partiré no lo tengo claro.
-Tranquilízate- Le digo en la oreja.

Nº1
Nº2
Sigue revolviéndose, está aercándose el momento en el que deje todo de lado y no vuelva.
-Yo no he hecho nada, ¡Por favor!
Ya es suficiente.
En mi cabeza comienza a sonar la obertura número 24 de Chikowski.
Le digo que sólo soy el mensajero. Le clavo a "Stadt", una navaja de mano suiza que siempre llevo en el bolsillo, en la tercera vértebra. Sé como hacer que duela y sé como hacer que no. Sé como dejar rastro y sé como no hacerlo. La tercera vértebra no duele, la cuarta es lenta y dolorosa.
Una vez deja de retorcerse le digo:
-Lo siento, la intemperie me hace violento *
La verdad esque me doy asco, pero bueno, soy una criatura; ¿Qué esperabais de mi? Soy un asesino, joder. De mí mismo espero encontrar a alguien como yo para asesinarle. No me podría suicidar, me tengo en muy alta estima. Mi fin es encontrar a alguien como yo y acabar con mi frío.
Soy el hippie asesino de mi época

No pienses
Pienso
Le dejo los ojos abiertos porque parecía un buen tío, la gente que parece un buen tío se lo merece.
Todo de antes
Nada de jamás
Jamás probar
Da igual
Prueba otra vez
Fracasa otra vez
Fracasa mejor

Cuarta vértebra
Ojos abiertos

* Los asteriscos son referencias a Lechowski y a Samuel Becket, respectivamente

No hay comentarios:

Publicar un comentario