Imaginad agua y aceite, es más, imaginad un depósito que pretende abastecer la sed durante diez meses si hubiera un cataclismo nuclear o una invasión zombie, imaginad eso y una gota de aceite y juntadlo. Así fue como pasó, en cuanto entraron al recinto, la música dejó de sonar, la guitarra se calló, y el telón se quedo entreabiertao, fue como cuando consigues que alguien te haga caso después de llamarle y se te olvida lo que querías decirle.
Sartoulou dejó caer la púa, después pasaron segundos que parecieron horas. Justo cuando etnraron, SArtoulou miró aterrado al cortinajo buscando unos ojos que lo calmaran, que le pidieran huir, que se escaparan con él. Esos ojos probablemente y según la crítica serían de un hombre drogadicto y ninfómano... Pero yo sé que no era ni drogadicto ni ninfomano, porque sus ojos perdieron su brillo abiertos.
Generalmente cuando abres una botella de champán, después de agitarla, el champán presiona fuertemente el corcho, cada una de las moléculas de champán desea separarse de las oteras, desea caer en la copa de algún brindis y olvidarse de la botella, el estadio fue parecido pero diferente, contradictorio y vertical, paralelo y excelente, en el estado la gente no tenía una forma única de escapar, la gente se las ingenió para buscarse formas de huida, las moléculas de champan querían huir pero a diferencia de la botella ninguna de ellas, ninguna persona quería olvidarse jamás de aquella botella, de aquel estadio, de aquel concierto y de aquella guitarra.
Cuando entraron los témpanos con porras en mano y con casco, cuando estalló el Frío, el mundo se paralizó, todo pasó en un segundo y ese segundo nunca existió, ese segundo nunca fue mundo. Una parte de la gente, todavia embriagada de calor y música, ideó formas de huir, algunas moléculas escalaron el muro, otras hicieron tirolina con Jacks de guitarra y material de mantenimiento y otras escavaron túneles con los llatos de las baterçias, fue una jodida pasada. La otra parte de la gente se congeló inmediatamente con ojos vacíos con las pupilas a medio dilatar, entre una guitarra y un cubito de hielo, entre el frío y el calor.
Entre cascos llenos de cabezas, alcancé a ver una mirada; puedes pensar ¿Y qué? Bueno, los ojos no eran fríos y llevaban casco, era una contradicción a tener en cuenta. Esos ojos curiosos que ansían sangre y la detestan eran los de Sabine, "La Camaleón"
Conforme la gente corría o se quedaba quieta esperando su muerte, su encarcelamiento o su congelamiento, yo caminaba contracorriente "Benchmades" en mano cortando tugulares y seccionando aortas... Joder, y no estaba de servicio.
Sartoulou aparcó la guitarra en un apoyapies y la miro durante lo que duran dos diatónicas de La a negras en un metrónmo a 60 pulsaciones y tras dibujar su contorno con los ojos salió corriendo del escenario.
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